Zidane se movía con la armonía de un solo ser con el balón. Cada gesto suyo era pura maestría y sofisticación técnica, él orquestaba el juego con fuego interior. Sus pases eran de una perfección pasmosa, como https://anyauwzb184919.win-blog.com/19499389/el-mundo-recuerda-el-cabezazo-de-zidane